Los
fondos de inversión son un excelente instrumento para invertir, tanto por la
diversificación que proporcionan, como por permitirnos acceder a mercados
exóticos o difíciles de entrar a un particular como por sus ventajas fiscales
al diferir la tributación mientras se traspasen a otro fondo. Pero como en todo
en la vida no vale cualquier fondo, ya que existen buenos y malos fondos.
Hay
excepciones evidentemente pero en principio tenemos que desconfiar de la
calidad de los fondos que nos ofrecen las oficinas de los bancos. Se trata de
fondos que operan en demasía para generar comisiones, además de las propias
comisiones de gestión que suelen ser mucho más altas de lo normal y que son una
sangría para la rentabilidad. También existen sospechas de que el banco endosa
a los fondos y sus partícipes aquellos activos de los que se suele deshacer.
Otro problema es la existencia de fondos estructurados o garantizados, con
altas comisiones, en los que la relación riesgo beneficio está claramente
descompensada a favor del banco, es decir si ganamos ganamos poco para lo que
podiamos haber ganado, y si perdemos si el subyacente en torno al cual se monta
el fondo baja, perdemos más de lo debido aparte de jugosas comisiones que cobra
el banco. Hace falta educación financiera y tener claro que el banco no es tu
amigo.
Lo aconsejable es buscar fondos
independientes, que no dependan de ningún
banco, con gestoras de prestigio, que por ejemplo tengan una buena calificación de estrellas de Morningstar. Si el fondo tiene comisiones razonables
y el gestor un historial de batir al mercado de forma consistente, mucho mejor.
Si no es así lo mejor es
indexarse, es decir contratar un fondo que replique un indice con las menores
comisiones posibles. Tenemos que tener en cuenta además que pocos gestores logran batir al mercado de forma consistente,
con lo cual los fondos índice siempre son
una buena opción.
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